Es de libertarios, es del régimen: Ramón Lorenzo Falcón, el asesino de obreros que Bullrich puso de ejemplo para la policía

Renombró a la Escuela de la Policía Federal en homenaje al represor de la Semana Roja.

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Ramón Lorenzo Falcón.
Ramón Lorenzo Falcón.

En una nueva provocación hacia el movimiento popular, Patricia Bullrich anunció que la escuela de la Policía Federal volverá a llevar el nombre de Ramón Falcón, quien fuera jefe de dicha institución a principios del siglo pasado y tristemente célebre por haber sido el artífice de la feroz represión desatada contra el acto anarquista del 1° de mayo de 1909, provocando la muerte de una decena de manifestantes. La ministra reivindica a quien mandó a fusilar obreros que luchaban por la jornada laboral de 8 horas con el objetivo de escarmentar a los trabajadores del presente, que nos toca defender esa conquista. 

En el acto oficial, Bullrich instó a los uniformados a "valorar la historia de quienes fundaron esta Policía Federal Argentina y fundaron esta escuela". Es decir, los invitó a seguir el ejemplo de una figura criminal como la de Falcón, quien inició su carrera participando del genocidio indígena en la denominada Conquista del Desierto. En 1906 fue nombrado jefe de policía de la Capital, puesto desde el cual ordenó abrir fuego contra la jornada del 1° de mayo de ese mismo año y, en 1907, estuvo a cargo del violento desalojo contra las familias obreras que organizaron la emblemática huelga de inquilinos, en protesta al aumento sideral de los alquileres.

En 1909, Falcón envió a la caballería a arremeter con armas de fuego y sables contra los trabajadores nucleados en la Federación Obrera Regional Argentina (Fora), de tradición anarquista, que se habían congregado en Plaza Lorea por el Día Internacional de los Trabajadores. Un verdadero baño de sangre, donde fueron asesinados diez manifestantes y un centenar resultaron heridos. El régimen oligárquico que gobernaba el país en aquellos años estaba decidido a aplastar a una clase obrera muy aguerrida, que, pese a su incipiente grado de desarrollo, estaba influenciada por las ideas revolucionarias que traían los inmigrantes europeos. Bullrich busca emular la faceta represiva del Orden Conservador, en momentos donde su gobierno pretende asestarle una derrota histórica al movimiento obrero argentino. 

La noticia de la masacre llegó a oídos de los obreros de la Unión General de Trabajadores (UGT) -dirigida por el sindicalismo revolucionario- y del Partido Socialista (PS), que se encontraban realizando sus respectivos actos del 1° de mayo, despertando una enorme solidaridad de clase. Tanto la Fora, como la UGT y el PS llamaron a la huelga general por tiempo indefinido, inaugurando lo que se conoce en la Historia como Semana Roja. Los delegados de la Fora y de la UGT conformaron el Comité de Huelga General (CHG), a través del cual coordinaron todas las acciones de lucha que tuvieron lugar esa semana, donde el sindicalismo revolucionario jugó un rol de dirección.

La primera respuesta del gobierno de Figueroa Alcorta fue reprimir las movilizaciones convocadas al cementerio de la Chacarita (durante el entierro de los manifestantes asesinados) y a Plaza de Mayo, encarcelar más de 400 luchadores y cerrar los locales de las organizaciones mencionadas. Sin embargo, frente a la fortaleza de la huelga, se vio obligado a negociar con los referentes de CHG y ceder ante sus demandas, como la liberación de los detenidos, la reapertura de los locales y el compromiso de no deportar a los manifestantes extranjeros. Esta victoria parcial mostró la justeza del frente único de clase y de la huelga general como métodos para alcanzar las conquistas obreras.

No obstante, la dirección del movimiento huelguístico nunca se planteó la caída de Falcón (Belkin, 2017), entendiendo que esa consigna significaba descargar la responsabilidad de los hechos en el individuo, absolviendo a la institución policial. Ahora bien, la caída del jefe de la policía como resultado de la movilización hubiera debilitado al gobierno conservador y fortalecido a los trabajadores.

De todos modos, Falcón no quedó impune. El militante anarquista Simón Radowitzky saldó cuentas con ese asesino de obreros poniendo una bomba en su coche el 14 de noviembre de 1909. Es conocida la historia de que Radowitzky pasó 21 años en la cárcel de Ushuaia hasta que la presión popular por su liberación obligó al gobierno de Yrigoyen a indultarlo. Tal vez se conozca menos que allí actuó como delegado de sus compañeros de encierro y armó una biblioteca en la prisión con el dinero de las colectas (Bayer, 2016). O que, cuando recobró la libertad, viajó a España para combatir en la Guerra Civil contra las tropas de Franco, haciendo honor a la mejor tradición del internacionalismo proletario. Sin dudas, dejó una huella profunda en la historia del movimiento obrero argentino, a tal punto que Bullrich, 116 años después, tuvo que mencionarlo en su discurso, refiriéndose a él con absoluto desprecio.

Finalmente, la ministra instruye a la policía para que actúe como Falcón cuando el pueblo se levante contra las reformas en ciernes. Ella misma encarna al Falcón de nuestro tiempo, siendo la responsable de los asesinatos de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel y del atentado contra Pablo Grillo. Como vemos, a la clase trabajadora argentina le valió enormes sacrificios la obtención de sus conquistas, debemos apoyarnos en ese acervo de lucha para defenderlas. Recojamos las lecciones de la Semana Roja y organicemos la huelga general para derrotar la ofensiva antiobrera en curso. 

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